viernes, 25 de septiembre de 2020

Mezquitas, más que un templo

Por Diego Armando Molina Matamoros

Los que han tenido al oportunidad viajar fuera de su país, particularmente a un lugar de grandes diferencias culturales, sabe que es toda una aventura, una aventura muy excitante.  

Tener la oportunidad de ir a un destino muy lejano, conocer lugares mágicos que jamás hayas imaginado ver y relacionarse con personas nuevas que pudieras considerar amigos… es sin duda algo que hay que vivir al menos una vez en la vida, pero ¿Alguna vez has llegado a tal asombro sobre algo que cuando cuentas la historia no encuentras las palabras para describir la experiencia?, pues así se me sentí cuando me deslumbré por la belleza de la arquitectura árabe en el viejo continente, más específicamente con las mezquitas.

Desde el lado occidental del globo las mezquitas para muchos viajeros son como un museo que al menos merece una visita. Aunque aún estas edificaciones mantienen su esencia religiosa, están  impregnadas de una rica cultura islámica, ya que representan el símbolo más destacado y visible del Islam, credo musulmán, algo relativamente asombroso a los ojos de cualquier practicante religioso ajeno a esa fe…

Muchos son los países que cuentan entre su infraestructura con estas construcciones como lo son por mencionar algunos: Albania, Austria, Turquía, Rusia, Francia, y por supuesto Marruecos no se queda atrás. Estos son algunas de las Mezquitas de mayor relevancia de este país: 

   

 Para poder disfrutar de su interior, antes de ingresar a este recinto cualquier persona debe de quitarse los zapatos y yo no fui la excepción por lo que lo tuve que hacer. Mis zapatos los tuve que dejar en un lugar habilitado para este fin a las afueras del templo. Esta práctica es una clara señal de respeto hacia esa fe.

Por ser hombre vestí una camisa abotonada y pantalones largos poco ajustados de color oscuro, esto ya que era las vestimenta mínima permitida para ingresar. El acceso para mis amigas tenia también sus consideraciones, por lo que les ayudé a cubrirse con una pañoleta sus hombros y cabeza, pero además debían tapar sus  tobillos y muñecas de las manos y vestir un atuendo poco ajustado. Algo sumamente interesante que vivi fue la experiencia de nuestro ingreso ya que yo al ser hombre debía de ingresar por la puerta principal y más llamativa mientras ellas debían hacerlo por una puerta secundaria, el ingreso por la misma puerta no es un acto permitido. 

Sin duda alguna, es un coctel de sensaciones y emociones lo que cualquier visitante puede sentir al admirar esta herencia arquitectónica de influencia árabe, mezclada con la cultura musulmán.  Aquí pueden visualizar la referencia de la información. 

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